24 de abril de 2013. La jornada comenzó de forma habitual en el Cuerpo de Bomberos de Bangladesh, en el que yo trabajaba como bombero. Al sonar la sirena a las 10 de la mañana, ninguno de nosotros tenía ni idea de lo catastrófico que acabaría siendo ese día. El edificio Rana Plaza se había derrumbado. Cuando llegamos al lugar, había víctimas por todas partes.
Cinco de nosotros formamos un equipo especial para llevar a cabo operaciones de rescate en zonas de difícil acceso.
Tuve que perforar el tejado para rescatar a una víctima entre los escombros. Mi complexión delgada me permitió acceder entre los escombros por estrechos conductos. Trabajábamos en turnos de doce horas. Esa fue mi labor durante tres días.
Cada segundo era cuestión de vida o muerte. Varias partes del edificio se iban derrumbando progresivamente. La situación era muy peligrosa. Cualquiera de los que participábamos en la operación de rescate podríamos haber muerto en cualquier momento.
Se nos encomendó la misión de buscar víctimas en varios lugares del edificio derrumbado, en el interior de bolsas de aire que se habían formado entre los escombros. Estaba oscuro y era peligroso, y disponíamos de poco oxígeno. Usábamos un micrófono para gritar: "Si hay alguien vivo, que haga ruido, por favor"; así fuimos localizando y rescatando a varias personas heridas, una por una.
Con ayuda de mis compañeros, logré salvar a más de 30 personas.
Recuerdo haber rescatado a una víctima que estaba bajo los escombros. Una de sus manos estaba obstruida detrás de un pilar, y había una docena de personas fallecidas a su alrededor. Algunos propusieron amputarle la mano, pero yo insistí en que viniera un médico y le inyectara un anestésico en la mano para adormecerla y poder extraerla de los escombros. Lamentablemente, el médico no pudo acceder por el pequeño y peligroso canal de acceso y tuvo que entregarnos la aguja. Administré la inyección a la víctima y la saqué de los escombros sin apenas lesionarle la mano.
Se estaban activando varios focos de fuego en diversos puntos de la estructura derrumbada, y a dos de nosotros se nos encomendó la tarea de rescatar a varias víctimas atrapadas a unos 20 metros por debajo de los escombros. Tuvimos que rociar agua continuamente mientras iniciábamos el descenso para evitar que el humo nos asfixiara. De forma repentina, el suministro de agua se interrumpió y mi colega y yo nos vimos envueltos en humo y no podíamos respirar. Gritamos pidiendo ayuda y pronto perdimos el conocimiento. Nos rescataron y nos enviaron a la unidad de cuidados intensivos del hospital. Abrí los ojos unas diez horas después.
Durante el rescate, constaté que la estructura del edificio Rana Plaza no estaba bien construida y que las medidas de protección eran deficientes. Por otro lado, me comunicaron que los trabajadores se habían dado cuenta de que había grietas en el edificio y que su intención era abandonarlo, antes de que se derrumbara, si bien se les obligó a permanecer en él. El desastre del Rana Plaza se debió sobre todo a la falta de concienciación sobre medidas de precaución en materia de seguridad y previsión de posibles riesgos.
Quise hacer algo por el sector de la confección para que no se produjeran más tragedias como la de Rana Plaza en el futuro. En lugar de participar en actividades de rescate tras un accidente, preferí ayudar a evitar que se produjeran catástrofes de ese tipo.
Por eso decidí prejubilarme en el Cuerpo de Bomberos en 2017 y comencé a trabajar como responsable de seguridad contra incendios en la planta de confección Dekko Design Ltd.
Actualmente superviso un equipo de seguridad contra incendios integrado por cinco personas, que incluye un supervisor de seguridad antiincendios, un bombero, un técnico y un ingeniero antiincendios.
La labor de los responsables de seguridad contra incendios es primordial en todas las fábricas, puesto que los accidentes no suelen preverse. Pueden producirse en cualquier lugar y en cualquier momento.
Soy secretario del comité de seguridad contra incendios. Asesoramos a los trabajadores y a la dirección de la fábrica para fomentar su concienciación y mejorar sus competencias, a fin de ayudarles a mitigar riesgos mediante la adopción de medidas eficaces, así como para propiciar un cambio de actitud que permita a todo el mundo disponer de información útil sobre prevención de incendios y adopción de las correspondientes medidas de respuesta.
En cada planta de la fábrica he implantado los sistemas preventivos y de seguridad más modernos, en particular, detectores de humo, puertas cortafuegos y extintores. Disponemos de varios tipos de extintores en cada planta, en función del peligro potencial existente. Hemos dado instrucciones a los compañeros encargados del suministro energético para que apaguen el sistema eléctrico desde el centro de control principal si se produce un incidente, de modo que aunque algún trabajador se olvide de apagar un dispositivo, ello pueda hacerse mediante un segundo proceso. Organizamos sesiones de formación todas las semanas con personal interno y, con frecuencia, con apoyo del cuerpo de bomberos. Realizamos simulacros de incendio de forma periódica, al menos dos veces por año.
Las medidas preventivas son fundamentales en todos los lugares de trabajo, incluidas las fábricas de confección. Los accidentes pueden evitarse si identificamos los riesgos, nos preparamos frente a ellos y tomamos las precauciones necesarias de antemano. Ello nos permitirá salvar vidas, ahorrar dinero y preservar activos valiosos, al tiempo que evitamos la pérdida de seres queridos.
El programa Better Work de la OIT desempeña una importante función para nosotros. Su equipo visita periódicamente nuestras plantas de producción para inspeccionar nuestras medidas de seguridad contra incendios, entre otros aspectos relativos al lugar de trabajo. He participado con mis compañeros en varias sesiones de formación en el marco de dicho programa. También he colaborado con varios asesores empresariales de Better Work para contribuir a fomentar la concienciación. En ocasiones, pese a nuestros esfuerzos, siguen existiendo lagunas. No obstante, las rigurosas evaluaciones e inspecciones de Better Work ponen de manifiesto esas lagunas y permiten adoptar las medidas necesarias para subsanarlas.
Afortunadamente, la situación en las plantas de confección ha mejorado sustancialmente. Los trabajadores y la dirección, así como el resto del personal, mantienen una estrecha colaboración, y la consulta a todas las partes permite encontrar fácilmente soluciones a los problemas. Si trabajamos de consuno, podemos afrontar cualquier reto, ya sea en cuanto a seguridad contra incendios, o de otra índole.
Mi labor, que me permite servir a los demás y salvar vidas, me produce suma satisfacción.Es el mayor logro de mi vida.