Cuando la guerra empezó en Ucrania, mi marido decidió alistarse en las fuerzas armadas como voluntario. Lo más complejo fue concebir un "plan alternativo" para mi vida en caso de que él falleciera.
La guerra transformó a las personas y sus empresas. Todo lo planificado en enero de 2022 pasó a ser totalmente irrelevante en abril, incluso en marzo.
En las dos primeras semanas, todo se suspendió. Estábamos tan silenciosos, congelados supongo. Recuerdo que mi marido me llamó una semana después de que comenzara la guerra, y me dijo: "¡Dios mío, he encontrado una cafetería donde hacen café!", porque todo estaba cerrado. Y por supuesto, mucha gente se había marchado.
Poco a poco, comenzamos a recuperarnos y a pensar en lo que tendríamos que hacer para mantener en pie la empresa de mi marido.
Mi marido y yo hablamos y planificamos todo juntos. Acordamos en que yo gestionara su empresa mientras él no estuviera.
Su empresa suministra a agricultores ucranianos semillas de alta calidad, material de siembra y productos fitosanitarios.
Tuve que ocuparme de todo. Tenía miedo, era arriesgado y conllevaba una gran responsabilidad. Al principio vivíamos de nuestros ahorros. Nadie sabía si el sistema bancario seguiría funcionando. Todo el mundo esperaba que colapsara, pero se mantuvo. Ese es uno de los factores que nos ayudó a sobrevivir.
El mayor reto con la invasión a gran escala fue su impacto en el trabajo de los agricultores de la zona este y algunas zonas centrales de Ucrania. Los campos de clientes y socios fueron minados. Algunas personas no pudieron empezar a trabajar, otras lo hicieron mucho más tarde. O se trasladaron a otras regiones y colaboraron con otras empresas.
No podíamos quedarnos en silencio, ni dar nada por sentado. Nos comunicamos con todos nuestros socios, ampliamos los contratos con muchos de ellos y compartimos pérdidas.
Afortunadamente, ya contaba con 11 años de experiencia empresarial y de gestión. Había dirigido mi propio negocio de sastrería y confección, hasta que surgió la pandemia de COVID-19.
Otra cosa que me ayudó a seguir adelante es mi trabajo como formadora certificada del programa “Inicie y mejore su negocio (SIYB por sus siglas en inglés)”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Participé en la formación en emprendedurismo de la OIT como alumna en 2011. Admiraba la labor de los formadores y anhelaba ser yo también formadora. En 2019, presenté mi candidatura a un puesto de trabajo que se había anunciado.
Durante la formación tenía un poco de temor, me sentí un poco intimidada. Pese a carecer de formación como profesora, consideré que mi experiencia práctica empresarial sería una ventaja.
Obtuve mi certificado, y además de dirigir una empresa, actualmente colaboro como formadora con una organización no gubernamental llamada GURT.
A comienzos del 2022 habíamos programado muchas actividades de formación empresarial en la organización GURT, que colabora con la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Pero, al igual que todo el mundo, interrumpimos esas actividades al estallar la guerra. Dábamos por seguro que nadie se interesaría en la formación.
Al principio fue así. Pero al cabo de varias semanas, empezamos a recibir solicitudes de formación para emprendedores en línea y comenzamos a prestar ese servicio.
Muchas personas habían perdido su trabajo, en particular las evacuadas de las regiones más peligrosas. Se mudaron a otro lugar. Pudieron vivir de sus ahorros por un tiempo. Pero luego pensaron: "Quizás puedo vivir tres o seis meses más con mis ahorros, ¿pero luego qué?". Querían poner en marcha su propia empresa, pero no sabían cómo hacerlo.
También vimos unirse a la formación a más mujeres, cuyos maridos habían sido movilizados o se habían ofrecido como voluntarios en las fuerzas armadas.. Estaban interesadas en poner en marcha un negocio o, como yo, en hacerse cargo de la empresa de su marido, y necesitaban adquirir nuevos conocimientos.
Ha sido notable ver las transformaciones que han tenido lugar en nuestra sociedad, incluyendo cómo ha cambiado el enfoque para encontrar una idea de negocio.
Mi abuela solía decir: "Situaciones complejas, ya sea la pobreza o cualquier otra cosa, nos empujan a encontrar soluciones".
En la actualidad, la mayoría de las personas, en particular las que se han mudado a otro lugar, piensan en comenzar negocios móviles, que les permitan colocar todo en una maleta por si deben volver a desplazarse. Se trata sobre todo de personas cuyos negocios fueron destruidos por bombardeos, misiles o incursiones.
No es una época fácil para vivir. Cuidar de la salud mental ha pasado a ser una necesidad básica. Por la noche hay bombardeos, oscuridad total, temor e incertidumbre, y por la mañana te levantas, ves el sol y piensas: "Puedo ir a tomar un café". Al suceder eso de forma ininterrumpida, el estado emocional de las personas se transforma y surge un estado de ánimo incómodo.
En GURT también brindamos apoyo psicosocial a los afectados por la guerra. Todos somos muy precavidos, pues cualquiera de nosotros podría padecer una pérdida en todo momento. Muchos de mis conocidos han fallecido. Es muy duro. La muerte es cada vez más frecuente en nuestra vida.
Considero que la creación de microempresas basadas en el autoempleo ha sido fundamental durante este período tan complejo.
Es muy gratificante constatar cómo las personas a las que he formado tienen éxito con sus nuevas empresas y siguen desarrollándolas. Soy consciente de la importancia de nuestra labor.
Aunque sigo subsistiendo con mi plan alternativo, mi labor de formadora es muy gratificante. Me produce orgullo y me ayuda a no darme por vencida.