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Perspectivas sobre el mundo del trabajo
Foto: Olivia Newsome
Trabajos forzados

Me quitaban casi todo lo que ganaba, vivía atemorizado

Mi nombre es Jonas, tengo 46 años y vengo de una pequeña ciudad de Lituania cerca de la frontera con Polonia. Es difícil encontrar trabajo en mi país y cuando lo logras la remuneración es muy baja. Tenía una deuda a causa de los gastos médicos para uno de mis hijos. El dinero escaseaba.

Un día, se acercó a mí un hombre llamado Mindaugas, me dijo que podía encontrarme un trabajo en el Reino Unido que ganaría más en una semana de lo que recibiría en Lituania en un mes. Me describió un panorama maravilloso y me dijo que allí tendría una buena vida. Dejar mi país fue una decisión difícil, estaba asustado, pero necesitaba dinero.

No podía pagar el viaje, pero él me dijo que podía devolverle el dinero del viaje y del alojamiento una vez que comenzase a trabajar. Tuve que confiar en él.

Una ilustración muestra a dos hombres dándose la mano. Está recortada para mostrarlos de hombros para abajo. La persona de la derecha lleva una camisa roja. El de la izquierda lleva una chaqueta gris oscuro y cruza los dedos a la espalda.

Decidí aceptar la oferta de trabajo e irme al Reino Unido, aunque tenía miedo. Necesitaba el dinero.

© Olivia Newsome

Junto a otros lituanos fuimos al Reino Unido en un furgón. Nos demoramos más de dos días.

Cuando llegamos nos esperaba un hombre llamado Marijus quien nos llevó a una casa en la costa. Estábamos muy hacinados, vivían muchas personas. Me dijeron que encontrarían un trabajo para mí, que tenía que abrir una cuenta en el banco para que me depositaran el salario.

Les tomó un tiempo encontrarme un trabajo, me decían que tenía que ser paciente. No tenía comida y acumulaba deudas. Después de unas semanas me llevaron a una granja donde preparaban los pollos para los supermercados. No era un trabajo grato, era monótono pero estaba contento porque finalmente estaba trabajando por un sueldo decente.

Las primeras dos semanas me pagaron con cheques, no en mi cuenta bancaria. Tenía que ir a una tienda donde me lo cambiaban. Cobraban una comisión, por supuesto.

Tan pronto como recibí el dinero me obligaron a entregárselo. Estaba muy asustado y temía que si no hacía lo que me decían me darían una paliza.

JonasTrabajador de fábrica

Atrapado

Los hombres de Marijus me siguieron y tan pronto como recibí el dinero me obligaron a entregárselo. Estaba muy asustado y temía que si no hacía lo que me decían me darían una paliza y después me lo quitarían de todas maneras. Les di mi salario de la semana, cerca de 260 £. Se quedaron con 220 £ y me dejaron 40 £ ‘para vivir’ me dijeron. Además, me dijeron que aún les debía 1.000 £ por el viaje hacia el RU, el alojamiento, la comida, etc. así que era mejor si me acostumbraba.

Me estaban cobrando cerca de 60 £ a la semana por una lugar en un cuarto compartido, durmiendo en el piso junto a otros tres hombres, ellos me dijeron que si no vivía en la casa que me adjudicaban perdería mi trabajo. ¡Estaba atrapado!

Ilustración de tres personas tumbadas en el suelo, cada una con la cabeza sobre una almohada.  Dos están dormidas. El hombre de la camisa roja está despierto y parece preocupado e infeliz.

Me estaban cobrando cerca de 60 £ a la semana por una lugar en un cuarto compartido, durmiendo en el piso. Ellos me dijeron que si no vivía en la casa que me adjudicaban perdería mi trabajo. ¡Estaba atrapado!

© Olivia Newsome

Después de unas semanas no aguantaba más. Me quitaban casi todo lo que ganaba. Estaba trabajando por nada. Esa no era la vida que me habían descrito.

En la casa, hablamos sobre qué podríamos hacer. Dos hombres sentían lo mismo que yo, de manera que decidimos arriesgarnos y escapar. Encontramos otro lugar donde vivir pero sabíamos que seguíamos en peligro porque Marijus nos estaba buscando.

De alguna manera averiguó mi número de teléfono, me llamó y me amenazó. Regresamos a la granja de pollos. Él tenía influencias allí y logró que nos pusieran turnos durante los cuales sus hombres podían vigilarnos.

Me dijo que si hablaba con alguien me harían desaparecer y que si intentaba regresar a Lituania ellos buscarían a mi familia y los matarían a todos.

JonasTrabajador de fábrica

Amenazas de muerte

Un día nos siguieron cuando regresábamos a la casa. Marijus y sus hombres entraron por la fuerza y me amenazaron. Buscaron entre mis pertenencias y encontraron lo que había quedado del dinero que había traído conmigo de mi país. Me lo quitaron y descubrieron los recibos de retiro de efectivo de una nueva cuenta bancaria que había abierto, se pusieron furiosos y me pidieron mi tarjeta de débito y mi pasaporte. Me negué, me pegaron y perdí el conocimiento. Revisaron la casa, encontraron mi tarjeta de débito pero no mi pasaporte, que había escondido en la funda de mi almohada. Les dije que lo había perdido, no quería entregarlo, sin mi pasaporte no tenía ningún chance de escapar.

Marijus me gritó: “No viniste a ganar y ahorrar dinero, sino a sobrevivir”. En otras palabras me estaba diciendo que no era más que un esclavo y que me habían llevado al RU para explotarme. Me dijo que si hablaba con alguien me harían desaparecer y que si intentaba regresar a Lituania ellos buscarían a mi familia y los matarían a todos.

Supuse que en la cuenta bancaria que había abierto a mi nombre estaban depositando dinero y sospeché que provenía de la prostitución y las drogas, la bloqueé. Cuando lo descubrieron, comenzaron a enviarme cartas con amenazas de muerte.

Ilustración de la espalda de un hombre con camisa roja de pie frente a un grupo de cinco hombres grandes que tienen expresiones agresivas en sus rostros.

Marijus y sus hombres entraron por la fuerza y me amenazaron. Se pusieron furiosos y me pidieron mi tarjeta de débito y mi pasaporte. Me rehúse, me pegaron y perdí el conocimiento.

© Olivia Newsome

Rescatado

Un día una mujer me entrevistó en la fábrica, me dijo que era de la Autoridad de Autorización de Intermediarios (Gangmasters and Labour Abuse Authority o GLAA por sus siglas en inglés). Ella explicó que estaban investigando si todos los trabajadores de la granja eran regulares y si recibían un salario y un trato adecuados. En ese momento, no le dije nada porque no sabía si podía confiar en ella, pero más tarde llamé y les conté todo. Ellos me hablaron del Mecanismo nacional de remisión para las víctimas de la trata (MNR). Entonces, comencé a comprender. No tenía idea hasta que me lo explicaron: ¡Yo, una víctima de la trata!

Ellos me explicaron que me habían llevado al Reino Unido para ser explotado. Me estaban obligando a trabajar. No controlaba mi vida. ¡Esto es la trata de personas!

Me explicaron que me habían llevado al Reino Unido para ser explotado. Me estaban obligando a trabajar. No controlaba mi vida. ¡Esto es la trata de personas!

JonasTrabajador de fábrica

Poco después, Marijus desapareció de la casa, pero yo vivía atemorizado de que un día regresase a buscarme.

El MNR me transfirió a la región noroccidental de Inglaterra, lejos de la mirada, las amenazas y los puños de Marijus. Permanecí allí durante un par de meses y pensaba encontrar otro trabajo, uno con un sueldo digno, y ganar el dinero que me habían prometido al comienzo. Pero me rendí. No podía más. Quería regresar a mi hogar. Quería sentirme seguro.

Espero que encuentren a Marijus y a su pandilla y paguen por lo que hicieron. No son seres humanos. Quería dejar ese mundo y no sentirme así nunca más.

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