Soy hija de Pachamama, la Madre Tierra. La tierra es todo para nosotros. Es la vida. No podemos concebirnos sin ella.
Mi comunidad tiene 14.000 años de historia. En nombre de 60 familias, lideré una lucha de 20 años por el derecho a la tierra, a la educación y la libertad.
Vivíamos bajo un sistema arrendatario, el propietario delimitaba los espacios que podíamos ocupar, para cultivar y criar ganado, y donde vivir. Era una vida en gran parte gobernada por lo que decía el patrón, los espacios que podíamos ocupar, y por lo que veía que mis padres tenían que pagar a fin de año. Estos son momentos significativos para una adolescente.
A través del proceso de reclamación de nuestro territorio, comencé a pensar más en cómo dar a conocer mi historia y la historia de mi pueblo. Siempre he visto, y sigo viendo en los medios, el estigma que nos ponen a nosotros los pueblos indígenas. Yo quería mostrar y dar a conocer la otra cara de la historia. Eso me motivó, pero pensaba: “¿cómo hago?, ¿cómo muestro esto?”.
En 2003, el valle de nuestra montaña, la Quebrada de Humahuaca, fue declarada por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad. Esto marcó un hito en la historia de nuestro pueblo. Escuché a muchas personas hablar de nuestros cerros, de nuestra cultura, de nuestra comida. Y me dije a mí misma: “pero si somos nosotros, nosotros los que sabemos hacerlo, somos los guardianes de nuestra cultura”.
La cultura, para nosotros, es parte de nuestra vida cotidiana, son saberes y habilidades que han sido transmitidos de generación en generación. Aprendemos esto desde que nacemos. Están presentes en nuestras hierbas medicinales y en nuestra alimentación, en nuestros sembradíos.
Entonces pensé, “¿Por qué no animarme a compartir lo que sé, lo que he aprendido?”. Fue así que nació mi empresa turística, la Casa de Celestina, la casa de té.
Cuando los turistas llegan a la Casa de Celestina, les doy la bienvenida, les hago conocer el uso de las hierbas medicinales, como el mate, que tomamos en la mañana y en la tarde para energizarnos. Les hablo de qué hierba tomar cuando nos enfermamos, cuándo cosecharla, cómo secarla, cómo conservarla.
Les hablo de nuestra alimentación. Tenemos diferentes variedades de maíz y hacemos nuestra harina, así que disponemos de harina para las sopas, harina para los tamales, harina para preparar galletas, para hacer nuestros jugos, nuestros refrescos, harinas para la pastelería.
Todos estos conocimientos existen porque han sido transmitidos de generación en generación. Para mí nuestras madres, nuestras abuelas son las verdaderas arcas de la biodiversidad. Nuestros abuelos son esas bibliotecas vivas de nuestras comunidades. Sin ellos, sin ese saber, no podría estar hablando hoy.
He aprendido observando, mirando, compartiendo. Tienes que estar ahí. Tienes que sembrar, tienes que aportar a la tierra, tienes que poner leña al fuego, encender el horno y hacer tu ofrenda. Tienes que estar ahí al atardecer, cuando las cabras ya vuelven al corral y los abuelos se sientan. Tienes que compartir con Pachamama.
Los turistas preparan conmigo un plato. Puede ser un budín de harina de maíz pulli, con frutos secos, con trocitos de chocolate. O pueden también preparar una rica cena, croquetas de quinua rellenas de queso de cabra, con papas salteadas con romero y otras hierbas. O podemos preparar una cazuela de llama.
Después visitamos mi pueblo y la iglesia, que data del año 1789. Luego recorremos el camino de las hierbas, donde pueden aprender a reconocer otras hierbas medicinales como la Muna-Muna, que es para los golpes, los dolores musculares.
Además escuchan nuestras historias, nuestras ceremonias, como el despacho de las almas o cómo recuperamos nuestro territorio.
Cuento cómo es mi día y lo que hago Después bajamos, tomamos té y comemos el budín que prepararon.
Renuevan sus energías con las hierbas que recogimos en el camino. Ellos se van sintiéndose renovados, con otra mirada de nosotros. Tienen una experiencia de cultura viva, la esencia de la cultura.
Esto es lo que me gusta del turismo, de las personas que vienen a visitarnos. Se puede ver la interculturalidad cobrar vida, la manera en esa relación de culturas va más allá de haber compartido una experiencia. Es mirarnos de otra manera, mirarnos como seres humanos.
A principios de 2020 empezamos a escuchar hablar mucho en los medios de comunicación sobre una pandemia de COVID-19. Al escuchar las noticias, lo que más me llamaba la atención fue ver cómo el mundo se alarmó súbitamente. De repente, todos llevábamos puesta la mascarilla, no podíamos salir de casa. No podíamos seguir haciendo lo que solíamos hacer todos los días: levantarnos, ir a la huerta, venir, conversar, saludarnos. Teníamos que vivir encerrados no entendíamos por qué.
La pandemia afectó mucho mi negocio. Las reservaciones fueron canceladas. Los pocos ahorros que tenía, los destiné a alimentar a mi familia. Me sentí tan impotente. El gobierno dijo que había subsidios pero yo no califiqué y tuve que seguir pagando los impuestos. Muchos pequeños emprendedores pasamos una situación muy difícil. Fue muy duro.
Pero soy una persona que cree que de toda crisis nacen oportunidades. Y si bien la pandemia nos afectó mucho emotivamente y económicamente, también abrió el paso a otras oportunidades. Ya los turistas no podían venir a nuestra aldea, ¿de qué manera podía reinventarme?, ¿qué podía hacer yo frente a la pandemia? Empecé a usar Zoom y a dar charlas en línea para las universidades y una ONG.
Formo parte de un grupo con el cual mantengo un contacto constante, y uno de los miembros, la Dra. Viviana Figueroa, me invitó a participar a un curso virtual del programa Inicie y Mejore su Negocio (IMESUN) impartido por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que tendría lugar entre octubre y noviembre 2021. Tenía mucho interés en mejorar mis capacidades empresariales y elaborar un plan de negocios, porque era una de las razones por las cuales no pude acceder a préstamos o subsidios, por eso le dije que sí enseguida.
El curso de la OIT me proporcionó herramientas para ampliar mi negocio. Las sigo aplicando hoy día. Estas herramientas inclían: cómo desarrollar un plan de negocios, estimar los costos, preparar un presupuesto, hacer un inventario y gestionar las redes sociales. Algunos de los participantes del curso ya habían establecido su propio negocio, otros estaban por hacerlo. Fue una oportunidad para compartir e intercambiar nuestras experiencias. Lo que más me gustó fueron los manuales del curso. Son muy, muy útiles, muy buenos.
Mi negocio, La Casa de Celestina, mejora constantemente. Estoy haciendo realidad mi sueño.
Aún recuerdo un discurso que pronuncié, hace muchos años, en presencia del entonces Presidente Néstor Kirchner. Le dije: "Nosotros, los pueblos indígenas, queremos una oportunidad, la oportunidad del desarrollo, la oportunidad de mejorar nuestra calidad de vida”.
Para mi comunidad es importante ver que eso es posible, que nosotras las mujeres podemos llevar adelante nuestros negocios con las herramientas que tenemos. No tenemos que esperar a tener todo, podemos empezar con lo que tenemos ahora.