Se dice que la historia no se repite, pero a menudo rima.
Interpreto esto en el sentido de que, aunque nunca vemos exactamente los mismos eventos más de una vez, hay patrones que se repiten, y de los cuales podemos aprender. Mi trabajo diario está relacionado con las normas laborales contemporáneas. Mi pasatiempo es el estudio de la historia antigua, y cuanto más observo los grandes imperios del pasado, más veo la relevancia de los temas que trato en el trabajo.
Por ejemplo, la esclavitud o el trabajo forzoso no eran una práctica generalizada en la antigüedad. El llamado "Papiro de Huelga" (actualmente en el Museo Egipcio de Turín, Italia), creado en 1166 a.C., contiene pruebas de que los constructores, artesanos y escribas que vivían en el antiguo pueblo egipcio de Deir el-Medina y trabajaban en las tumbas durante el reinado de Ramsés III (que se cree que fue de 1186 a 1155 a.C.), eran personas libres.
El rollo muestra que estos trabajadores, junto con sus jefes, dejaron de trabajar de forma organizada y colectiva para exigir el pago de los salarios atrasados y para protestar contra los administradores corruptos del Estado.
También podríamos atribuir a la cultura egipcia los valores de inclusión y tolerancia de los trabajadores con discapacidades. Por ejemplo, los ciegos fueron puestos a cargo de la música y las personas con enanismo trabajaron los metales, específicamente el oro.
Sin embargo, no podemos negar que las antiguas civilizaciones también definían diferencias entre los sirvientes (libres) y los esclavos. Un claro ejemplo de esto puede verse en el códice de Hammurabi, uno de los primeros textos legales del mundo que fue creado en Babilonia en 1692 a.C. Se registra la venta de seres humanos, junto con la de bienes y servicios (que a su vez se basaban en la esclavitud que sustentaba las economías de los reinos entre los que se comerciaba).
A pesar de estos casos bien documentados de sistemas basados en la esclavitud, hubo períodos en los que predominó el trabajo libre, por ejemplo, durante el período en el siglo XII a.C. cuando se escribió el "Papiro de la Huelga". En los siglos posteriores surgieron voces influyentes que plantearon preguntas sobre el papel de la esclavitud como negocio y su lugar en el desarrollo de una nación.
Dos de las grandes figuras del mundo helénico, Hesíodo y Solón, promovieron sociedades en las que los mercados se limitaban únicamente a los bienes y servicios; nadie debía tener autoridad absoluta sobre ninguna otra persona, cualquier contrato debía ser temporal y estar sujeto a un acuerdo entre los ciudadanos.
Hesíodo (750 - 600 a.C.), en su poema "Trabajos y días", dijo que el trabajo es la única manera en que un hombre que desprecia la violencia puede ser heroico, independiente y lograr el respeto incondicional entre sus pares.
Solón (638 - 558 a.C.), tal y como aparece en la obra literaria de Diógenes Laercio, subrayó que dondequiera que el trabajo de un hombre libre no sea digno, ello implica el empobrecimiento de la sociedad y la incapacidad de mantener un estilo de vida adecuado.
Esta oposición a la esclavitud también fue promovida nada menos que por Ciro el Grande, el hombre a la cabeza del mayor imperio de su tiempo (559 a 530 a.C.). Gracias al cilindro de Ciro, un texto impreso en un cilindro de arcilla que es considerado por muchos como la más antigua declaración de los derechos humanos, los investigadores han llegado a la conclusión de que Ciro prohibió la compra y venta de seres humanos dentro de su Imperio Persa.
Un siglo más tarde, el estadista griego Pericles (495-429 a.C.), a quien se atribuye la edad de oro griega, se dio cuenta de que la esclavitud pone en peligro y promueve la competencia desleal contra las personas libres. Por consiguiente, determinó que la Acrópolis de Atenas, uno de los mayores monumentos de la antigüedad, sería construida sólo por hombres libres. Para Pericles, la combinación de la iniciativa, el comercio y la democracia hacía que las personas no sólo fueran libres, sino también dignas y prósperas.
Un estudio de la historia antigua muestra que muchos grandes pensadores y líderes estaban en contra de la esclavitud y el trabajo forzoso, y concluyeron que, si el trabajo no era digno, los Estados, tarde o temprano, caerían en la pobreza económica. En otras palabras, establecieron una relación directa entre la dignidad del trabajador y la prosperidad de los sistemas políticos y sociales a los que pertenecían.
Hoy en día, se sostiene ampliamente que el trabajo debe centrarse en las personas -mujeres y hombres- y en su dignidad y crecimiento personal, y la Declaración del Centenario de la OIT sobre el futuro del trabajo resume este punto de vista.
Sin embargo, si se examinan algunos de los grandes hitos de la historia y los escritos de algunos de los grandes pensadores de la antigüedad, se puede ver que esto forma parte de una línea continua de pensamiento que atraviesa la historia de la humanidad: si alguien no trabaja con alegría, la productividad sufrirá, y para trabajar con alegría y dignidad es esencial poder disfrutar de los frutos de ese trabajo.