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Perspectivas sobre el mundo del trabajo
Foto: ILO/OIT Yaseen J Khan
Inclusión de personas con discapacidad

He vivido experiencias difíciles que me hanfortalecido

Cuando el conflicto se extendió a la zona donde yo vivía al norte de Sri Lanka, fuimos desplazados y me hirieron. La herida me provocó una discapacidad permanente. En mi vida he vivido muchas dificultades, pero sigo creyendo que no hay nada que sea imposible. Hoy, estoy orgullosa por todo lo que he logrado.

Cuando era joven, mi familia me animaba a buscarme la ocupación que yo quisiera. Nadie me imponía restricciones. Mi padre me enseñó a trepar a los árboles. Me decía: “sigue trepando; sigue, sigue”, y un día llegué hasta lo más alto.

En 2001 aprobé mis exámenes de nivel regular (Ordinary Level) y en 2002 comencé a enseñar en una guardería. Al poco tiempo comenzaron los enfrentamientos en nuestro pueblo y lo perdimos todo. Fuimos desplazados y vivimos en un campamento. Me hirieron en 2008 y la herida me convirtió en una persona con discapacidad.

En la etapa final del conflicto, estaba enseñando en el campamento de refugiados cuando un amigo común me presentó al que sería mi marido.

Mi esposo es un gran poeta y un gran artista. A mi madre le preocupaban las dificultades que nos depararía nuestra vida en común, ya que él también tiene una discapacidad.

La primera vez que salimos y yo iba empujando su silla de ruedas todos nos miraban. Ese día decidí que llegaría el momento en que nos verían establecidos y económicamente independientes. Hoy, lo hemos logrado.

En un jardín, Leena Penildas Thatkuras sonríe de pie junto a su esposo, con la mano apoyada en su hombro. Con una gran sonrisa, su marido está sentado en una silla de ruedas.

El amor que sentí cuando conocí a mi marido es el mismo que siento hoy. De hecho, creo que hoy es mayor. (Sri Lanka, 2024)

© ILO/OIT Yaseen J Khan

Después de casarnos afrontamos muchas dificultades. No contábamos con las instalaciones necesarias para la situación de mi marido, y era muy difícil viajar con él.

La situación del transporte para personas con discapacidad es mala. Los conductores tienen muchas dificultades para subir a bordo a alguien que usa silla de ruedas. Toma mucho tiempo para el usuario como para los demás pasajeros, que deben esperar. Por eso los autobuses no paran cuando nos ven. 

La primera vez que salimos y yo iba empujando su silla de ruedas todos nos miraban. Ese día decidí que llegaría el momento en que nos verían establecidos y económicamente independientes.

Leena Penildas Thatkuras  Costurera y conductora de un tuk-tuk

En esa época, comencé a trabajar en una fábrica de ropa. Allí trabajé ocho años, pero el trabajo era muy difícil y un día me dije: “¿por qué tengo que seguir trabajando para los demás?” Decidí ahorrar exactamente la mitad de mi salario y gestionar nuestros gastos con lo restante.

Con mis ahorros, compré una máquina de coser y comencé mi negocio de costura en casa. Para mí, era la única forma de progresar.

Hoy en día, la costura es mi ocupación principal. Con esta actividad me gano el sustento; y como tengo el hábito de ahorrar, vivimos bien. Siento que he cumplido tres cuartas partes de mis sueños.

Leena Penildas Thatkuras trabaja con una máquina de coser en su taller de costura. Hay unas vitrinas delanteras donde están expuestos hilos y telas, adelante y a los lados hay prendas de vestir.

Soy alguien que hace cosas que parecerían imposibles. Nunca abandonaría aIgo por creer que no puedo hacerlo. (Sri Lanka, 2024)

© ILO/OIT Yaseen J Khan

Soy de ese tipo de personas que si alguien viene y me pregunta si puedo hacer algo digo que sí, incluso si no lo sé. Alguien conocido me preguntó si sabía conducir un tuk-tuk y yo dije: “Sí, por supuesto. Ponlo en marcha y yo lo conduciré.” Lo hizo arrancar. Pregunté entonces si debía desplazar Ia palanca de cambios hacia arriba o hacia abajo; me dijo que pusiera la primera marcha hacia arriba, así que la puse; después de conducir un ratito me dijo: “¿por qué no cambias la marcha?” Rápidamente puse la segunda. Me indicó entonces que acelerara un poquito y cambiara de marcha. Así aprendí a conducir.

A partir de entonces, todos los de la aldea me conocían como la mujer que sabía conducir un tuk-tuk. La primera vez que conduje un tuk-tuk prestando un servicio a un pasajero que iba detrás de mí el corazón me desbordaba de felicidad. Todos quedaban impresionados al ver a una mujer al volante.

Por supuesto, que una mujer conduzca un tuk-tuk no viene sin dificultades. A muchos hombres les desagrada. La gente habla, pero si les prestamos atención no vamos a hacer nuestro trabajo.

Las mujeres me dicen que se sienten seguras cuando las conduzco. Cuando viajan una distancia muy larga con un hombre, a veces se sienten incómodas. Viajando con otra mujer sienten que viajan más seguras.

Leena Penildas Thatkuras conduce un tuk-tuk en un camino rural. Lleva un pasajero sentado en el asiento de atrás.

Estaciono mi tuk-tuk justo delante de mi tienda. Si me llaman para hacer un viaje, los conduzco. También lo utilizo para mis propias necesidades, desde comprar cosas hasta para hacer entregas. (Sri Lanka, 2024)

© ILO/OIT Yaseen J Khan

Cuando la cooperativa local de tuk-tuk tuvo ocasión de arrendar vehículos adaptados para usuarios de sillas de ruedas, fui seleccionada para una evaluación y me asocié a la cooperativa.

Estos triciclos están equipados con una rampa, y como mi marido tiene una discapacidad, se recomendó que se me asignara uno.

Además, la cooperativa impartió programas de formación sobre personas con discapacidad y sobre igualdad de género. Si estos cursos se impartieran continuamente  en otras aldeas, en especial a mujeres interesadas en ganar autonomía, habría que suponer que surgirían otras mujeres como yo.

Leena Penildas Thatkuras, sentada ante una mesa con otros tres conductores de tuk-tuk asociados a la cooperativa local.

En lugar de tratar de hacerlo por mi cuenta, me asocié a una cooperativa de conductores de tuk-tuk. Nos reunimos periódicamente y he aprendido mucho. (Sri Lanka, 2024)

© ILO/OIT Yaseen J Khan

También sé cómo reparar tuk-tuks y motocicletas; lo aprendí en un curso de mecánica impartido a mujeres.

Como en mi caso, las mujeres no deberían limitarse. Pueden aprender mecánica, costura y albañilería. Son capaces de todo. Mi anhelo es que las mujeres den un paso al frente y se conviertan en personas de esta clase. Si otras mujeres se muestran interesadas en aprender a conducir, estoy dispuesta a enseñarles. 

Como en mi caso, las mujeres no deberían limitarse. Pueden aprender mecánica, costura y albañilería. Son capaces de todo.

Leena Penildas ThatkurasCosturera y conductora de tuk-tuk

Mi deseo es llegar un día a tener un vehículo grande. Alcanzar ese objetivo llevará mucho tiempo. Tal vez solo se concrete cuando llegue a la vejez. También me gustaría seguir estudiando. Me gusta mucho la electromecánica. Si una organización ofreciera cursos de electromecánica para mujeres, yo sería la primera en apuntarme.

Otra de mis aspiraciones es llegar a ser una empresaria exitosa. En su momento, me gustaría dar trabajo a otras personas, poco a poco, empleando una o dos personas para comenzar. Creo que incluso sería mejor si fueran personas con discapacidad, ya que seguramente, al igual que yo, han debido atravesar muchas dificultades en la vida. Me gustaría mucho poder ofrecer empleo a personas así, mejorarles la vida.

En el pasado, me he caído y me he levantado. Estas experiencias me han hecho pensar que no debía perder ni un minuto, y que debía llevar a otras personas conmigo. 

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