Hola y bienvenidas a todas las personas
a este nuevo episodio de El Futuro del Trabajo de la OIT.
Un podcast en el que hablamos de los problemas y de las cuestiones
del mundo del trabajo y las profundas transformaciones que está viviendo.
Hoy, vamos a hablar de los derechos laborales
de las personas jóvenes en situación de refugiados inmigrantes,
un tema con el que la OIT está comprometida desde hace más de 70 años
con la adopción del convenio número 97 sobre las y los trabajadores migrantes.
Desde el año 2015, más de 7,7 millones de personas se vieron forzadas
a abandonar su país debido a la crisis económica,
social y política en Venezuela.
Aproximadamente el 85%
de estas personas se dirigieron a países de América Latina y el Caribe,
siendo Perú, después de Colombia, el segundo destino
de la región que más personas refugiadas inmigrantes venezolanas recibe.
Dentro de esta población se ha identificado que el 82%
forma parte de la población económicamente activa.
Es decir, en gran medida las personas refugiadas
inmigrantes provenientes
de Venezuela en Perú son jóvenes y desempeñan
un papel crucial en la productividad laboral local.
Pese a ello, una persona joven migrante en Perú,
como en otros países de acogidas de América Latina, que busca trabajo,
puede enfrentar desafíos y barreras similares
a los experimentados por las y los jóvenes trabajadores locales.
Sin embargo, la condición de ser migrante intensifica estas dificultades.
Para hablar de este tema están con nosotros dos
personas jóvenes migrantes venezolanas residentes en Perú.
Vanessa Avendaño, productora cultural y miembro fundador de la Asociación
de Arte y Cultura para la Integración Sendas y Gabriel Vegas,
periodista y miembro de Capsula Migrante,
un medio de comunicación local dirigido a la comunidad venezolana en Perú.
Hola Vanessa, hola Gabriel.
Gracias por estar con nosotros.
Hola, Andrea. Un gusto.
Hola, Andrea. ¿Qué tal?
Hola, chicos. Bueno, empecemos contigo Vanessa.
Cuéntanos, ¿cuáles fueron tus principales motivaciones para migrar?
¿Qué expectativas laborales y económicas tenías?
Cuando estaba en Venezuela trabajaba como productora cultural.
Realizaba proyectos de muralismo a través del diseño
participativo y una de las razones que me hizo
decidir migrar era que ya en mi trabajo no podíamos
conseguir pinturas o las pinturas eran muy costosas.
El trabajo se hacía cada vez más cuesta arriba,
aparte de que en ese momento, en el 2017 18,
las protestas en Venezuela se fueron poniendo mucho más violentas.
Tomé la decisión de migrar porque quería tener una mejor calidad de vida.
Primero me fui a Colombia en el 2018, en abril.
Ahí estuve solo tres meses porque me fui cuesta arriba conseguir
la documentación necesaria para poder trabajar
y tomé la decisión de migrar a Perú,
porque el Gobierno en ese momento había comentado
que los venezolanos podíamos tener accesibilidad
al permiso temporal de permanencia y eso nos
iba a dar la posibilidad de conseguir empleo.
Esa fue en realidad una de las razones por las que decidí venir a Perú,
por esa facilidad en esta documentación.
Cuando llegaste a Perú, ¿cómo fue?
¿Se cumplieron las expectativas económicas
al conseguir el trabajo si llegaste a conseguir o por el contrario tuviste
que enfrentar desafíos que no habías vivido antes?
Si lo pongo en comparación con Colombia,
que fue el primer país a donde fui,
la expectativa obviamente sí se cumplió,
porque yo llegué en junio a Perú y en agosto ya tenía mi permiso
temporal de permanencia y eso me permitió conseguir trabajo,
cosa que en Colombia me había sido imposible,
ni siquiera podía conseguir trabajo de mesera o de cualquier cosa.
No me dejaban.
Aquí sí fue posible y comencé a trabajar en una oficina de base de datos.
Luego, como soy muy curiosa y siempre estoy investigando,
fui dando con organizaciones y ONG que trabajaban relacionados
a lo que yo hacía en Venezuela y ahí fui postulando
para trabajos como diseño gráfico o de productora
cultural y fui empezando a meterme dentro del rubro del que yo venía.
Lo que más me ayudó, que fue lo que me hizo ya trabajar
como productora produciendo un proyecto, fue metiéndome en las encuestas,
en los formularios que hacían
las cooperaciones internacionales como OIM y OIT.
Justo la OIT hizo un mapeo de los artistas y gestores culturales,
educadores venezolanos que se encontraban
en Perú y gracias a que yo llené ese formulario,
me mapearon, me contactaron y a partir de ahí pude
empezar a trabajar en este tipo de proyectos,
que se relacionan mucho más a lo que yo hacía en Venezuela.
¿Cuáles fueron tus principales desafíos?
¿Se debe tal vez la falta de red de contactos?
¿Pudiste convalidar algunos estudios en gestión cultural?
En realidad mi mayor desafío fue la red,
porque yo no conocía acá quién estaba produciendo algo relacionado al arte,
no conocía a los artistas.
Sí, mi mayor desafío fue hace una red nueva de contactos acá en Perú.
Lo que me ayudó muchísimo fue meterme en formularios, como te comento,
de cooperación internacional que estaban haciendo mapeos.
Lo de la convalidación de títulos,
digamos que también fue un desafío, pero precisamente,
como ya ahora y debido a la gran cantidad
de venezolanos que nos encontramos en el país,
muchos apoyan ahora a los migrantes a convalidar sus títulos.
Como yo soy diseñador gráfico,
una de las organizaciones venezolanas que se encuentra acá en Perú,
que fue APPV,
me ayudó a convalidar mi título y logré hacerlo,
pero como que mi título no era lo que me paralizaba
realizar proyectos o a realizar mi trabajo,
lo que más cuesta es tener una red de contactos
y que la gente conozca qué es lo que yo hago,
porque si no, no me van a dar la oportunidad
de poder gestionar o de hacer proyectos.
Con la OIT, con ese mapeo que hizo y además que gracias a ese mapeo,
la OIT también nos apoyó en hacer una asociación de esta población
de artistas venezolanos que se encontraban acá en Perú,
eso también nos ha abierto un camino para abordar
otras redes que nosotros no teníamos de conocimiento.
En tu caso, Gabriel, ¿cómo fue?
¿Tuviste las dificultades que menciona
Vanessa respecto a red de contactos, por ejemplo,
o más bien debido a tu profesión, has tenido otro tipo de barreras u otras
personas te han comentado casos diferentes?
Yo migré a Perú en el año 2018, antes había vivido en Colombia.
Salí de Venezuela los 22 años, justo después de presentar
el trabajo final para Comunicación Social y acá una de las barreras,
sin lugar a dudas, es la red de contactos.
Llegas a un país donde eres un migrante más
y hay que abrirse paso en eso.
Al principio creo que uno tiene expectativas altas
de conseguir un trabajo en el área en la que se ha formado,
pero luego la realidad es otra y empiezas a conocer otras actividades.
Mi primer trabajo fue como mesero en una cevichería.
Creo que también fue una oportunidad interesante
para conectarme con la cultura peruana a través de su comida.
Sobre barreras, sin lugar a dudas, eso,
el hecho de no tener red de contactos,
no tenía familia acá, no había un soporte,
había que hacer todo desde cero.
Por ejemplo, ahora que mencionas que cuando migraste,
justo habías terminado de dar tu trabajo en Comunicación Social,
tu trabajo final,
¿tuviste algún problema para la convalidación de títulos?
Por ejemplo, aquí en Perú o en tu paso en Colombia,
¿también tuviste algún problema respecto a la experiencia laboral?
Sobre convalidación de títulos, yo aún no he convalidado mi título,
he estado desempeñando otras labores,
a pesar de que ya es posible hacerlo luego del tiempo que ha
pasado y las organizaciones venezolanas que se encuentran acá en Perú,
pero también el día a día,
el hecho de poder cubrir las necesidades y hacer otras cosas,
me ha desenfocado sobre el objetivo de convalidar el título.
En Colombia, igual.
En Colombia también estuve como mesero, trabajé en dos restaurantes.
Yo viví en Bogotá Durante un año y sí,
el objetivo era pagar las cuentas, como migrante.
Ya poco a poco se va haciendo esa red de contactos,
pero el objetivo es ese, y por supuesto,
lidiar con el duelo de haber salido de tu país de origen.
El tema del duelo migratorio y en general,
la salud mental de personas migrantes,
es un tema que no se habla mucho y que jóvenes
también pueden influenciar más.
Vanessa, ¿cómo fue en tu caso también sobre el duelo migratorio?
¿También afectó en tu búsqueda de inserción laboral, económica en Perú?
No sé si decir que afectó mi búsqueda de inserción laboral,
pero sí es algo que te afecta mucho,
porque por lo menos a mí, en mi experiencia,
a mí me afectó muchísimo el clima, porque yo soy de un lugar
de Venezuela donde hay muchísimo sol todo el tiempo.
Lima es gris.
Para mí, mentalmente lo gris es que va a llover y aquí nunca llueve.
Además, hace mucho frío.
Mi cuerpo no está acostumbrado al frío
y a mí eso me afectó muchísimo el clima, me deprimía.
También algo que dice Gabriel y que creo
que a veces no nos permite vivir el proceso de duelo,
yo siento que recién ahorita después de seis años,
es que estoy haciendo mi proceso de duelo migratorio,
pero al principio uno no tiene tiempo para hacer un duelo porque tú lo
que estás es pensando en cómo vas a lograr tener tu vivienda,
cómo vas a pagarla, cómo vas a obtener tu trabajo,
cómo vas a pagar tu comida y cómo te vas a establecer.
No hay tiempo para hacer duelo.
Lo que hay es que resolver.
Es también un momento de supervivencia extrema,
porque cuando vienes solo,
si bien yo pude llegar o tuve
la suerte de llegar a casa de una amiga,
ellos me acogieron y estuve con ellos,
ya después cuando me tocó buscar alquiler por mi parte y todo eso,
que estoy sola, todo eso es muy duro.
Vivir todo ese proceso solo, que no estás como dice Gabriel también,
con personas conocidas que te contengan, se hace muy cuesta arriba,
pero uno se guarda eso un rato y como dice uno, "Pa lante.
Lo importante ahorita es resolver".
En tu caso Gabriel, mencionabas que también habías venido
sin un soporte familiar y también bastante joven.
¿Cómo fue este proceso si pudieras contarnos más?
¿Esto pudo haber mellado tu confianza en tu búsqueda
de trabajo o en general en tu inserción social con otros círculos?
Justo ahora con el recuento de Vanessa,
estaba rememorando la cantidad de trabajos que he tenido acá.
Yo comencé una cevichería como mesero.
Luego fui estibador en el mercado de frutas.
De allí pasé a una pastelería, como ayudante de pastelería.
Hacía tortas o queques,
que nunca en la vida había hecho una receta parecida.
Luego trabajé en una panadería.
Finalmente, otro restaurante, y nuevamente que es mi trabajo actual,
soy mesero en un restaurante.
Me he enfocado ya más en el área de servicios,
que es donde he entendido que me gusta esto y lo disfruto,
pero ha pasado de todo.
Salí a los 22 años, luego de terminar la universidad,
donde uno tiene en su mente el hecho de ejercer la profesión,
pero la realidad migratoria es otra y te
consigues que tienes que hacer algo distinto,
que nunca habías hecho y que las cuentas se tienen que pagar.
Hay que aprender sobre la marcha
y ciertamente no hay tiempo para el duelo.
Se va lidiando con una serie de cargas
dentro de esa mochila como migrante, que poco a poco se va aprendiendo.
Me iba de un trabajo, o me despidieron de uno.
Luego tener que buscar otro.
Creo que también las diferencias culturales,
el no entender lo que estaba ocurriendo,
uno puede entrar en ese ciclo de búsqueda continua de trabajo.
Hasta que por fin uno termina ya abrazando el clima,
abrazando la ciudad, asentándose,
entendiendo los sabores de la comida.
Ya ahí es cuando yo creo que hay una integración
total o con mayor fuerza en ese país que te recibe,
pero eso implica tiempo.
Implica años, no es al momento.
Mucho menos si el país de origen, en este caso Perú,
no tenía una plataforma pensada
para recibir una gran cantidad de migrantes.
Nos mencionas que no has podido ejercer
como periodista de forma remunerada.
Sin embargo, tú eres parte de un grupo que se llama Cápsula Migrante.
¿Nos podrías comentar un poco sobre este medio
de comunicación local dirigido a venezolanos
y en general cómo la comunidad venezolana,
en especial los jóvenes, están integrándose socioeconómicamente,
consiguiendo trabajo decente o formas de sostenerse económicamente?
Capsula Migrante,
es un medio de comunicación pensado para la comunidad migrante
y refugiada que se encuentra en Perú,
específicamente sobre la comunidad venezolana.
Aquí ya representamos 1.500.000 personas,
que es bastante frente a la población en Perú.
El trabajo de Capsula Migrante va direccionado a grupos en WhatsApp,
que tal vez esa es como la característica que nos diferencia
frente a otros medios de comunicación tradicionales,
haciendo ese trabajo de poder informar y educar
a la población migrante que se encuentra acá en Perú.
Sobre los retos en cuanto a los jóvenes, creo que eso implica el tiempo,
primero en el que el migrante pueda asentarse,
establecerse emocionalmente en el país
donde está y luego con el tiempo estas
estructuras grandes de país van aprendiendo
qué hacer para generar ingresos, posibilidades a estas personas.
Creo que una gran parte de la población venezolana
se encuentra en el área de servicios aquí en Perú,
somos meseros, recepcionistas, atendemos a las personas.
Otros se encuentran en el área de alimentos,
pero en el área de producción, como en el caso de Vanessa,
que se ha formado acá como panadera.
Igual muchos otros panaderos, cocineros, más en el Perú,
donde la comida es un área vital para el peruano,
la relación que tiene con su gastronomía.
Igual, siento que todavía falta las autoridades para que esa
integración pueda completarse y por supuesto,
superar prejuicios y estereotipos hacia la población migrante.
Por tu lado, Vanessa,
quería preguntarte si es que acaso como persona joven migrante,
enfrentaste alguna situación de xenofobia u otros tipos
de discriminación y cómo has enfrentado estos casos,
si acaso la comunidad de acogida ha sido de soporte
o tu propia comunidad de migrantes.
Sí he tenido episodios xenofóbicos y uno que otro episodio de homofobia,
porque yo me considero una persona género
no binario y creo que a veces suelo
ser un poco rara para la comunidad peruana
y eso genera confusión, pero sí he tenido,
sobre todo episodios xenofóbicos porque lamentablemente,
y digo lamentablemente, la región donde
yo vengo ha estado muy estigmatizada y todas las
noticias que se hablan sobre el lugar de donde yo vengo es terrible.
A mí me da de verdad mucha pena que el lugar donde yo vengo que es Aragua,
cuando uno menciona esa palabra lo que la gente
piensa es que uno le va a cortar la cabeza a alguien,
que va a matar a alguien, que va a secuestrar a alguien, etcétera.
La verdad, a mí eso me genera mucha frustración,
porque el lugar donde yo nací tiene unas playas buenísimas,
es donde se hace el mejor cacao, es uno de los exportadores
de beisboleros grandes ligas y de eso no se habla.
Lo primero que se dice, "Estos vienen aquí a secuestrar".
Al principio, cuando yo iba en un taxi o algo así,
cuando me preguntaban de dónde yo era y yo decía,
"De Venezuela", me decían, "¿De qué parte?", yo decía,
"De Aragua", ahí empezaban,
"Tú eres parte de la gente esta que viene a matar, que secuestran".
Eso en un momento puede ser gracioso,
pero ya continuamente es muy incómodo.
Yo en un momento terminé diciendo que yo no era de ninguno,
que yo era de Caracas o les decía que yo no era de Venezuela,
que yo era de otro país para que no me molestaran.
Ya cuando empecé a hacer mi red
de amigos y les fui contando que eso me incomodaba,
ellos ya saben quién soy
y respetan mucho eso en mí.
A nivel de la homofobia también.
Aquí también es muy complejo,
porque acá es un tema
que no tiene mucho avance
el de las relaciones del mismo sexo, de casamiento,
incluso del cambio de identidad, acá en Perú hay mucho atraso en eso.
Ahí he sido más paciente y también como me
he movido más en zonas clase media, por ahí,
ahí la homofobia no es tan fuerte y hay ciertas libertades.
Te diría, incluso, que he tenido muchas más libertades acá
en Perú que las que tenía en Venezuela,
pero sí viví episodios como esos.
En tu caso, Gabriel,
¿también quisieras comentar tus propias experiencias?
Sobre casos de xenofobia he vivido, felizmente han sido pocos.
Ha sido más la gran cantidad de personas peruanas
que me han tratado excelente.
He tenido contención con ellos.
Ciertamente como dice Vanessa,
que menciona el nombre del estado donde nació, que es el estado Aragua,
que ahora está vinculado gracias a como se nos muestra en los medios
de comunicación a la población venezolana solo en dos roles,
o somos delincuentes o somos secuestradores.
Somos en definitiva personas que cometen delitos
y tener esa vinculación con el lugar de donde uno es,
por supuesto afecta y el estado Aragua
es mucho más que el Tren de Aragua.
El Tren de Aragua es crimen trasnacional,
pero no representa lo que es el estado Aragua.
El estado Aragua es mucho más que eso,
como bien dice Vanessa, es cacao, son playas,
son peloteros, son gente full trabajadora.
Es gente que está igual como está Vanessa acá por el mundo.
En esa vinculación los medios
de comunicación juegan un papel muy importante,
cómo se nos muestra en las noticias, en los diarios,
en los medios digitales los roles de la población
venezolana y creo que es muy importante
que se nos pueda mostrar los casos de éxito de personas venezolanas
en Perú en los medios de comunicación, artistas,
empresarios, comunicadores, médicos, que están haciendo cosas excelentes,
pero que no son la portada de los diarios.
Tal vez no son los que generan ese clickbait
o no son los que venden lo suficiente,
pero hay maneras de educar a la audiencia para que pueda ver
estos casos de éxito de venezolanos que como sabemos hay muchos.
Claro.
Muchísimas gracias a los dos por su tiempo y por contarnos
sus experiencias como jóvenes migrantes en este podcast.
Hoy, hemos hablado de los derechos de las personas jóvenes
y refugiadas inmigrantes en Perú,
desde los retos y barreras que enfrentan,
como también las oportunidades que pueden
encontrar una realidad que millones de jóvenes viven
de forma similar en otros países de acogida en América Latina.
Así, terminamos con nuestro podcast.
En las próximas semanas seguiremos hablando
de los cambios en el mundo del trabajo.
Por ahora, nos despedimos y nos vemos muy pronto con
otro episodio de El Futuro del Trabajo de la OIT.
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