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Perspectivas sobre el mundo del trabajo
Foto: OIT/Marcel Crozet

Podcast el futuro del trabajo

Episodio 19
Perspectivas del mundo del trabajo

El mercado laboral mundial no se recuperará antes de 2024

17 de enero de 2023
00:00

El último informe de la OIT sobre las perspectivas sociales y del empleo en el mundo augura todavía tiempos difíciles para los mercados de trabajo globales. El empeoramiento de la situación se debe principalmente a las nuevas tensiones geopolíticas, a las presiones inflacionistas y a la recuperación desigual tras la pandemia, factores que están creando una gran incertidumbre.

Miguel Sánchez Martínez, economista del departamento de investigaciones de la OIT, nos cuenta que la recuperación será muy paulatina y no empezará hasta 2024, aunque persistirán los déficits creados por la crisis de la COVID-19.

En estas circunstancias, muchos trabajadores se verán obligados a aceptar empleos de peor calidad, con frecuencia insuficientemente remunerados y en ocasiones sin cobertura social adecuada.

Transcripción

[música de fondo]

-Hola. Bienvenidos a este nuevo episodio de Las Voces de la OIT.

Un podcast en el que hablamos de los problemas,

de las cuestiones del mundo del trabajo y de las profundas transformaciones

que está viviendo, sobre todo desde la pandemia.

Hoy vamos a hablar del estado actual del mercado laboral.

La OIT acaba de sacar su informe anual sobre las perspectivas sociales

y de empleo en el mundo.

Las perspectivas, la verdad es que no son buenas.

El mercado laboral tarda en recuperarse de los efectos de la pandemia.

El informe asegura que el crecimiento del empleo mundial

será de apenas 1% en 2023, menos de la mitad que en 2022.

A esto se suma la actual situación económica

provocada por la guerra de Ucrania, el encarecimiento de la energía,

la inflación.

En fin, una conjunción de factores que probablemente va a obligar

a muchos trabajadores a aceptar empleos de menor calidad,

empleos que carecen de ingresos justos, de seguridad laboral

o de protección social,

lo que probablemente vaya a acentuar las desigualdades creadas

y exacerbadas por la crisis de la COVID-19.

Vamos a hablar de todo esto con Miguel Sánchez Martínez,

que es economista del Departamento de Investigaciones de la OIT.

Hola, Miguel. ¿Cómo estás?

Gracias por estar con nosotros.

-Hola, Isabel. Buenos días. Gracias, igualmente.

-El informe, como decíamos, es bastante pesimista.

De hecho, asegura que las pérdidas ocasionadas

durante la COVID-19

no van a compensarse, no van a recuperarse antes de 2025.

¿El mercado laboral va realmente a conseguir recuperarse de la pandemia?

-Primero de todo, decir que la recuperación

de los indicadores del mercado de trabajo a nivel global

está siendo geográficamente muy desigual.

De hecho, las tasas de recuperación que prevemos van a ser distintas

en distintas regiones del mundo,

pero cabe destacar que observamos que son sobre todo los trabajadores

en los países en desarrollo y mercados emergentes

que continúan sufriendo las consecuencias de la pandemia.

Observamos que tanto el empleo como las horas trabajadas

y la pobreza de los trabajadores aún no se han recuperado globalmente

a niveles previos a la pandemia.

La tasa de informalidad también sigue siendo más alta

que antes de la pandemia.

Esto implica que, desafortunadamente, la pandemia ha aumentado

los déficits de trabajo decente de muchas partes del mundo

y con el contexto actual de desaceleración económica

a nivel global,

prevemos que va a ser muy difícil hacer frente

a esos desafíos en el corto plazo.

Por lo tanto, para responder a tu pregunta, efectivamente.

En el corto plazo creemos que los mercados de trabajo globales

tienen unas perspectivas realmente negativas.

De hecho, esto se basa básicamente en el hecho

de que existen múltiples crisis a las que se enfrenta

el mundo del trabajo en este año,

que nos han impulsado, de hecho, a predecir un crecimiento del empleo

que es 0,5 puntos porcentuales más bajo que hace justo un año.

Sin embargo, dicho esto,

sí que prevemos que se dará una recuperación gradual

de los principales indicadores en todas las regiones,

en línea con las previsiones de la actividad económica global

que otras organizaciones internacionales como el FMI están augurando.

Es por ello que hasta 2024 no creemos que la situación vaya a mejorar,

pero sí que prevemos

que del 2024 hacia adelante muy gradualmente

los indicadores principales del mercado de trabajo mejoren.

Dicho esto,

querría decir también que los déficits con respecto a los niveles

de antes de la pandemia persistirán.

Cabe destacar que en nuestras predicciones, especialmente este año,

están marcadas por un alto grado de incertidumbre.

Es decir, existen muchos factores de riesgo a la baja

y el empeoramiento de los indicadores del mercado de trabajo mundiales.

De hecho,

lo que está afectando al sistema económico global hoy

en día son factores que no son tan solo económicos sino,

como tú has apuntado,

también se deben a factores de fuera del sistema económico,

como son las tensiones geopolíticas,

especialmente.

-Como dices, incertidumbre.

Es decir, que al final también para vosotros es muy difícil calcular

un poquito lo que va a pasar en estos años, ¿no?

-Sí, exactamente.

Existe un gran grado de incertidumbre

debido a la confluencia de varias crisis,

varios factores que apuntan todos a la baja.

Tensiones geopolíticas, inflación en algunas regiones del mundo,

hiperinflación,

inflación rampante y realmente una serie de disyuntivas

a las cuales se enfrentan los sectores de políticas principales,

como los bancos centrales,

que van a ser muy difícil de navegar.

-Antes hablabas de informalidad

y de que la proporción de trabajo informal está creciendo.

El informe, de hecho, habla mucho de la calidad del empleo.

Es decir, que detrás de las cifras se esconde una variable

más difícil de medir

y es que el empleo que se está generando no es un empleo con todas las garantías,

pero que debido a la crisis

la gente debe aceptar para seguir pagando las facturas.

¿Por qué se produce este fenómeno?

-Sí, efectivamente, es una observación general

en el ciclo económico que durante las recesiones,

sobre todo en los países en desarrollo, muchos trabajadores tienen

que trabajar puramente por necesidad.

Esto significa que aceptan trabajos que suelen ser precarios

y puramente justo por necesidad.

También suelen ser trabajos que están por debajo de sus habilidades,

que no tienen grandes perspectivas de futuro

y que obviamente están marcados por una baja remuneración.

Empleo que realizan es fundamentalmente informal,

caracterizado, como he dicho, por bajos salarios en falta de acceso,

también cabe destacar, a derechos básicos del trabajo

de protección social.

Digamos que la creación de buenos trabajos

cae significativamente durante las desaceleraciones económicas,

como la que estamos viendo hoy en día.

Esto fuerza a muchos trabajadores a realizar actividades llamadas

de subsistencia.

Obviamente, la calidad del trabajo se resiente.

En este sentido,

la calidad del trabajo cabe mencionar que incluye varias facetas,

aspectos básicos como la pobreza en el trabajo,

pero también aspectos como la facilidad con la que los trabajadores

puedan optar a empleos más alineados con su perfil,

sus capacidades y con mayor remuneración.

Básicamente, para acabar, diría que la calidad laboral es

el concepto opuesto al de precariedad laboral.

Es bien sabido que en épocas de recesión económica

la precariedad laboral suele aumentar.

-Desafortunadamente, es la situación en la que nos encontramos.

Miguel, el informe también habla de las tendencias de productividad.

¿Puedes explicar brevemente qué es la productividad

y por qué es importante hablar de esto en 2023?

¿Puedes darnos un ejemplo de lo que significa?

-Grosso modo, la productividad del trabajo específicamente

se define como la capacidad que tiene un trabajador medio

de cualquier país de producir bienes y servicios,

dados los recursos a los cuales este trabajador tiene acceso,

en forma de capital y tecnología, sobre todo.

Por darte un ejemplo, podríamos pensar, por ejemplo, en un trabajador

de la construcción cuya tarea básica es la construcción de muros de viviendas.

Si este trabajador es capaz de construir--

Digamos un ejemplo totalmente aleatorio teórico.

Si pudiera construir un muro cada hora,

este año y el año siguiente es capaz de construir dos muros en esa misma hora,

entonces diríamos que su productividad ha aumentado.

Es muy importante el concepto de productividad en economía

porque se considera el determinante último del ingreso percápita de un país.

Se considera

el motor último del crecimiento económico y del bienestar material

de los ciudadanos.

Por lo tanto, está también positivamente muy relacionado

con indicadores de justicia social básicos,

como son la pobreza en general, también la pobreza en el trabajo

y en la formalidad.

Cuanto mayor es la productividad, menor es la pobreza en el trabajo

y menor suele ser la informalidad.

Dicho esto, hoy en día

la productividad la hemos querido poner al frente de nuestra discusión

porque realmente es un problema que está afectando a todo el mundo.

El problema de la desaceleración

en el que centra productividad comenzó siendo

un problema principalmente de las economías avanzadas

hace algunas decenas,

pero sin embargo, lo que observamos es que en la última década

este crecimiento muy lento de la productividad se ha generalizado

a todas las regiones del mundo, especialmente a los países emergentes.

-¿Esto qué implicaciones tiene?

-Esto tiene unas implicaciones graves porque,

como he dicho anteriormente,

la productividad es fundamental para que, por ejemplo, países en vías de desarrollo

con altas tasas de pobreza puedan escapar de esas trampas de pobrezas

y se pueda generar una riqueza

que siempre y cuando esté bien distribuida,

beneficiará a toda la sociedad en su conjunto.

El problema al que nos enfrentamos es que cuando el crecimiento

de la productividad es muy baja,

básicamente todos los desafíos a los que se enfrenta el mundo,

ya sea el cambio climático como la pérdida de poder adquisitivo de los hogares,

todos estos problemas se exacerban, se empeoran significativamente.

Es por ello que creemos que no solo las economías avanzadas,

sino los gobiernos también de los países en desarrollo

deben poner la productividad al frente de su agenda política.

-Siguiendo hablando de productividad y adentrándonos en corrientes

que son más profundas que afectan el mercado laboral,

más allá de la incertidumbre,

hablemos un poco de tecnología.

Las nuevas tecnologías están por todas partes,

internet, economía de plataformas, inteligencia artificial.

Históricamente, las tecnologías han ayudado a las personas

a ser más productivas.

¿Cómo ves el papel de la tecnología en la caída de la productividad?

-Es una muy buena pregunta y de hecho no tiene una respuesta directa y fácil.

De hecho, es uno de los grandes temas, que tanto en el departamento

de iniciación de OIT como en otras instituciones

se está analizando en profundidad.

Es bien sabido que la tecnología en último término es

el mayor determinante, el factor más importante

detrás del crecimiento de la productividad en el largo plazo.

Normalmente,

a medida que los países avanzan en sus distintas fases de desarrollo,

la tecnología de hecho va adquiriendo un papel cada vez más importante

a medida que los países obtienen producciones, rentas mayores,

a medida que su crecimiento económico es mayor.

Se considera el último recurso a la hora de conseguir aumentar la productividad.

Porque al inicio, cuando un país relativamente pobre

en factores de producción como el capital, por ejemplo,

infraestructuras de transporte, infraestructuras de comunicación,

máquinas con las cuales los trabajadores puedan operar,

cuando un país se encuentra en esa situación se considera

que simplemente invirtiendo en capital

se puede mejorar la productividad.

Sin embargo, hay una teoría muy extendida en economía

que dice que a medida que aumenta el stock de capital,

los rendimientos,

de aumentar aún más ese capital stock, decrecen.

Es decir,

no se puede aumentar la productividad

solamente basado en la expansión del capital,

sino que se necesita recurrir a la tecnología.

La tecnología,

el proyecto tecnológico, mejor dicho,

es el determinante último del crecimiento de productividad

y esto lo sabemos también por episodios históricos bien sabidos,

como es la Revolución Industrial en el siglo XIX,

que permitió un crecimiento exponencial de la población

y eso fue todo en base a la tecnología.

Hoy en día nos encontramos en una situación muy similar,

en la cual las tecnologías que más protagonismo

están adquiriendo son las tecnologías digitales.

Se piensa que estamos en un momento de transición

en el cual aún están por dejarse sentir los frutos de estas nuevas tecnologías.

-Unas nuevas tecnologías muy disruptivas que además, como nos cuentas,

están en un momento de transición y a todo esto se añade la incertidumbre

que hay en este momento en la economía,

o sea que debe ser todavía más difícil analizar las corrientes profundas

y las contextuales están afectando el mercado laboral.

-Sí, correcto.

Aún no se ha dado una traducción

o no se ha dado un efecto de la aparición de las nuevas innovaciones tecnológicas

sobre los mercados laborales.

De hecho,

hay dos corrientes imperantes

de pensadores

sobre el tema.

Una de ellas son los tecnopesimistas, los cuales piensan que,

a pesar de que leemos en todas partes que la transición digital va

a ser realmente un shock, que va a cambiar radicalmente la sociedad,

la realidad es que algunos autores piensan que las innovaciones

a las cuales da lugar no son tan radicales

como, por ejemplo, las del siglo XX o siglo XIX.

Es decir, que no podemos esperar las mismas ganancias de productividad

y renta percápita de estas tecnologías, como pudieron ser, por ejemplo,

las ganancias que generó, por ejemplo, la generalización de la electricidad

o el motor de combustión.

Esta es una de las ramas de pensamiento.

La otra rama es más optimista, en el sentido de que piensa

que simplemente estamos en una fase en la cual

las tecnologías digitales no han podido tener un impacto

sobre el tejido económico significativo.

-Pero que lo van a tener en un futuro y que va a ser positivo, ¿no?

Que va a eliminar muchas tareas repetitivas

que en este momento están haciendo muchos trabajadores.

-Correcto, esa es la interpretación.

De hecho, ya lo observamos.

Hay grandes procesos de automatización de procesos de producción,

pero están por ahora aislados

en ciertos sectores altamente digitales

y no se han generalizado a la economía global.

Es por eso que en las estadísticas

a nivel agregado, a nivel de país, no estamos observando ningún impacto

de estos avances y estos cambios en la productividad.

-Muy bien. Vemos entonces

un mercado laboral extremadamente convulso,

afectado por muchos cambios profundos

y también por una gran incertidumbre debido a la actual situación económica

y geopolítica.

Hoy hemos estado hablando de cómo está el mercado laboral

con Miguel Sánchez Martínez, economista del Departamento

de Investigaciones de la OIT.

Así terminamos nuestro podcast.

En las próximas semanas seguiremos hablando

de los cambios en el mundo del trabajo.

Por ahora nos despedimos.

Nos vemos muy pronto en otro episodio de Las Voces de la OIT.

[música de fondo]