Voices
Perspectivas sobre el mundo del trabajo
Foto: ILO/OIT A. Guyot
La economía de los cuidados

No soy un loco, soy docente de educación inicial

Desde que decidí formarme como docente de educación infantil me han dicho mil cosas desagradables.

Durante mis estudios, mis profesores y profesoras me acogieron bien y me guiaron por esta senda. En el trabajo, mis compañeras también me recibieron con los brazos abiertos.

Sin embargo, la sociedad no puso fáciles las cosas. Hay quienes me ven como un bicho raro. Me han despreciado de muchas maneras.

A lo largo de mi trayectoria en el profesorado, al realizar mis prácticas, era ponerme el guardapolvo cuadrille. Al viajar, caminar por las cuadras, ir a los jardines y la gente que me miraba diciendo, "¿Qué hace este loco con un guardapolvo cuadrille, siendo varón?".

Es muy inusual en nuestra sociedad ver a un hombre con este tipo de delanta que usamos en las aulas. Se considera una cosa de mujeres.

He tenido que aguantar miradas intimidantes y que me dijeran todo tipo de cosas como: “Eso es para las mujeres, eso es ropa de maricas”: También me han dicho que todo lo que hacen los profesores de educación infantil es cortar papel, que para eso estamos. Al principio esto me dolía y me chocaba. Es duro que te digan esas cosas. Pero hoy digo “gracias” a estos comentarios.

Elegí esta carrera porque me gustaba. Hace años, llevé a mi hermanita al jardín de infantes y vi a un hombre dando clases en el aula. Me pareció muy insólito, y desde entonces sentí curiosidad por esta profesión.

Al comentarlo con mi familia me dijeron que también había hombres que ejercían este tipo de carrera, y que debía ser libre de seguir lo que quisiera. Me animaron a seguir adelante en lo que eligiera.

Cuando empecé a estudiar era el único varón en el curso. Era un poco extraño para ellos tener a un hombre en su grupo de estudio. A los profesores les costaba recordar que debían decir “chicas y chicos” en lugar de sólo “chicas” cuando se dirigían a la clase.

Federico lleva un blusón de tela a cuadros azules y blancos, llamado guardapolvo cuadrilla

Cuando hacía mis prácticas como maestro tenía que llevar guardapolvo cuadrilla. La gente me veía y se quedaba helada. Asocian la vestimenta con algo que llevan las mujeres.

© ILO/OIT

Descubrí que en Buenos Aires sólo hay siete maestros varones de infancias trabajando en el sistema público de enseñanza. Muchos hombres estudian la carrera pero no la ejercen. Posteriormente, siguen estudiando para acceder a otros puestos.

Creo que los colegas que se animan a hacerlo luego tienen miedo de trabajar. No saben cómo reaccionará la sociedad y su familia, cómo reaccionarán las o los directores de las escuelas. Realmente depende de los barrios o de las ciudades en las que vivan. El temor está ahí presente.

He conocido a muchos hombres que no quieren elegir o no quieren continuar con esta profesión porque temen esa mirada social.

Recibo el apoyo de mi familia, amistades y colegas, pero no siempre es fácil hacer mi trabajo debido a los prejuicios de la sociedad y al salario bajo.

He tenido que aguantar miradas intimidantes y que me dijeran todo tipo de cosas como: “Eso es para las mujeres, eso es ropa de maricas”: También me han dicho que todo lo que hacen los profesores de educación infantil es cortar papel, que para eso estamos. Al principio esto me dolía y me chocaba.

Federico TrottaDocente de educación inicial

Enseño y cuido a niños y niñas de entre dos y tres años. Me encanta brindarles cuidados.

Cuando la gente piensa en el cuidado de la infancia, suele pensar en el cuidado material prestado en las guarderías. En realidad, lo que hacemos es algo más que ayudar a niños y niñas con la higiene, la alimentación y el sueño. También educamos con diferentes clases y actividades, y nos aseguramos de que la educación pueda ser permanente entre el jardín de infantes y el hogar.

In a classroom Federico Trotta holds two children’s paintings in his hands as the children sit in a row and interact with him.

Tras años de estudio, finalmente me convertí en maestro de educación infantil. ¡Me encanta mi trabajo!

© ILO/OIT A. Guyot

Como educador, soy consciente de que dejo una huella en las y los niños que cuido, y estas huellas les influirán en el futuro. Me gusta mi trabajo. Les enseño y al mismo tiempo también me enseñan a mí.

Les das lo mejor y todo lo que está en tus manos para que las y los niños sigan aprendiendo y formándose en la escuela primaria y secundaria y más adelante en lo que elijan seguir.

Federico Trotta helps two children who are standing on a slide in the kindergarten playground.

Pude superar obstáculos y prejuicios con la firmeza y la confianza de avanzar, más allá de lo que la sociedad opinara.

© ILO/OIT A. Guyot

Quiero crecer profesionalmente como docente y trabajar en diferentes sitios.

Creo que para cambiar la opinión de la sociedad, tenemos que animar a más varones a trabajar en este campo, y mejorar las condiciones de trabajo. Yo ya no pienso que esta es una carrera femenina, incluso sabiendo que hay un gran porcentaje de mujeres docentes.

Tenemos que reconocer a las y los maestros de primera infancia, animarlos, y respetarlos, pero también pagar a todos los maestros y las maestras mejores sueldos para que no pasen apuros económicos.

Federico TrottaDocente de educación inicial

Tenemos que reconocer a las y los maestros de primera infancia, animarlos, y respetarlos, pero también pagar a todos los maestros y las maestras mejores sueldos para que no pasen apuros económicos. Cuidamos de las y los niños, pero también queremos asegurarnos de ganar suficiente dinero para lo básico.

Nuestro salario es siempre una lucha. Nos esforzamos mucho en nuestro trabajo, siempre utilizamos dinero de nuestro bolsillo para preparar materiales, para traer juegos de pintura de acuarela u otras cosas que no tenemos, que pedimos pero a veces no conseguimos.

At the door of the classroom, Federico Trotta guides children out of the door.

Siempre es gratificante recibir opiniones positivas: “Gracias, Fede, mi hijo estuvo hablando todo el tiempo del trabajo que hicieron.” Son alimento para el alma.

© ILO/OIT A. Guyot

Sigo eligiendo esta hermosa profesión por los diferentes grupos de niñas y niños que se cruzan en mi camino. Compartir risas, aprendizajes y poder enseñarles diferentes temas es lo más satisfactorio que existe. Recibir sus abrazos todos los días, saludarlos o hablar de algo que discutimos o sobre lo que trabajamos semanas o días antes, todo eso significa que estoy haciendo un buen trabajo.

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