Tenía 21 años cuando, haciendo ciclismo de montaña, tuve un accidente que me privó del uso de mis piernas. Como el ciclismo me apasionaba desde los 13 años, participaba en competiciones. En el accidente se me quebraron tres vértebras y quedé parapléjico. Mi hermana había muerto un mes antes a causa de un aneurisma. Fue una época amarga a nivel personal y a nivel familiar.
Soy hijo de agricultor y en el momento del accidente estudiaba tecnología agrícola. Crecí viendo a mi padre cultivar verduras y frutas, y desde los 15 años supe que quería seguir sus pasos. Antes del accidente había empezado a experimentar con el cultivo de cebollas, sandías y melones.
Pero después del accidente, pasé de ser un joven activo que trabajaba en la granja y hacía deporte, a estar metido en la cama y depender de los demás. Fue un cambio radical. Me pasé semanas llorando, angustiado y con ganas de morirme.
Al cabo de un tiempo, terminé por asumir que la vida sigue, que los días pasan, y que si uno elige quedarse en un estado de angustia y negatividad los días siguen pasando y uno queda ahí estancado.
Eso me llevó a cambiar el chip, cambiar mi modo de pensar, y comenzar a trabajar en mi rehabilitación. Entendí que lo primero que tenía que hacer era aprender a manejarme en silla de ruedas y recuperar mi autonomía.
Eso inició una reacción en cadena. Trabajar en mi rehabilitación me permitió terminar la escuela. Terminar los estudios me llevó a un punto de mi vida en el que pude decir: “Oye, ¿cómo voy a volver a insertarme en lo que me gusta, que es el campo?”.
En esa primera etapa, recuerdo que en el hospital pensé en construir un invernadero para producir plantines. Eso me tranquilizó y pensé: “Bueno, me centraré en eso. Produciré plantines. Ese es un trabajo que podré hacer. Lo haré”. Esa idea quedó entre paréntesis hasta 2019, cuando un hombre que solía trabajar con mi padre, Oscar Mejías de Avanza Consultores, se acercó para ayudarme. Fue entonces cuando empezamos a crear FarmHability.
Inicialmente, FarmHability era básicamente una idea para facilitarme la vida y que pudiera regresar al ámbito laboral tras dos años en rehabilitación.
Nos acercamos a la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) en busca de financiación para una propuesta: crear un invernadero que reuniera los estándares de accesibilidad, lo cual me permitiría trabajar y volver a ser productivo. Así nació el proyecto FarmHability, con gran motivación y muchas expectativas.
La verdad es que fue una iniciativa un poco compleja. Los posibles resultados parecían muy inciertos. En la primera etapa, como FIA tenía que hacer un estudio de mercado, me ocupé personalmente de entrevistar a más de 400 personas con discapacidad en mi región. En aquel momento, recuerdo haber terminado una entrevista y decirle a Oscar: “Oye, ¡en la que nos estamos metiendo!”
Cuando terminamos de recabar la información a través de la encuesta, tomamos conciencia de que las personas con discapacidad tienen enormes problemas para encontrar empleo en las zonas rurales. Vimos que teníamos que abrir este espacio al público en general a fin de mostrar lo que estábamos realizando en FarmHability.
Ahí fue que decidimos: “Oye, hay que desarrollar esto. Tenemos que asegurarnos de sacar el proyecto adelante. Hay que abrirlo al público, hay que mostrarlo y hay que invitar a personas a que participen en estos talleres de capacitación.”
Queríamos que la gente supiera, en primer lugar, que cualquier persona con discapacidad puede tener autonomía. En segundo lugar, que las personas con discapacidad pueden ser productivas en una granja. Pueden producir alimentos incluso teniendo esa discapacidad. Creo que esos son los mitos y las barreras que se están derribando.
También estábamos en plena pandemia de COVID-19, lo que lo hizo todo un poco más difícil. Queríamos empezar con grupos de 15 personas, y esperábamos que participaran asociaciones, pero al principio nos vimos obligados a traer grupos más pequeños, de dos o tres personas. Ese momento fue muy gratificante, sobre todo, el hecho de trabajar con personas mayores que se habían tenido que quedar en sus casas por seguridad.
Sinceramente, fue hermoso y emocionante ver lo felices que estaban los participantes al compartir e interactuar con la naturaleza.
Ahora se han levantado las restricciones y podemos hacer talleres, sobre todo al aire libre. Hasta ahora, más de 600 personas han pasado por FarmHability, ya sea para hacer agroturismo, que también ofrecemos, o para asistir a talleres de formación sobre cultivos urbanos y sistemas hidropónicos. Estas son las dos ramas de la agricultura en las que estamos trabajando actualmente.
Hace un año y medio que empezamos a distribuir nuestros productos a los supermercados. Fue un hito importante, que nos dio más credibilidad.
Nos permitió empezar a plantar cultivos en campo abierto, en un lugar que normalmente es completamente inaccesible para una silla de ruedas. Actualmente tenemos dos hectáreas y media de cultivos al aire libre.
Habíamos hablado de que disponer de un espacio adaptado como el invernadero no era suficiente por sí solo. Así que ideamos otro proyecto, con el apoyo de la FIA, la creación de un vehículo todoterreno, un prototipo basado en un “quad” que permite a una persona con discapacidad o de la tercera edad participar en algunas de las tareas agrícolas que hacemos a campo abierto. Es otro avance importante en el sector.
Ahora, para esta campaña 2023, vamos a aumentar nuestra producción. Afortunadamente, podremos construir otro invernadero de 500 m2 más una sala de procesado, lo que nos permitirá emplear a uno o dos trabajadores con discapacidad a tiempo completo, algo importante para nosotros.
En marzo, empezaremos a desarrollar la actividad de la Fundación FarmHability, para reforzar nuestra labor de inclusión de las personas con discapacidad en los sectores rural y agrícola. A través de esta fundación, queremos convertirnos en un puente entre las personas con discapacidad y las empresas que deseen contratarlas.
Hemos detectado ciertos problemas que afectan a las personas con discapacidad y que hay que solucionar. Esto implicaría la participación de terapeutas ocupacionales, kinesiólogos, psicólogos y una amplia gama de profesionales, algo que como empresa no se puede hacer. Por eso queremos constituirnos en fundación para gestionar lo social, dejando la parte productiva para una empresa.
FarmHability contribuye a la sociedad en dos áreas clave: educación y visibilidad. Por un lado, necesitamos que los empresarios y el público en general se instruyan sobre las personas con discapacidad. Por el otro, también es preciso que no se perciba a las personas con discapacidad como personas apenadas, negativas o tristes; se necesita una mirada más positiva y optimista.
Aquí en Chile, la visión de algunos profesionales de la medicina puede ser muy negativa. Muchos médicos llegaron a decirme: “No; te vas a quedar en silla de ruedas; nunca más vas a hacer nada. Olvídate.” Lo dejan a uno completamente abatido. Creo que es importante provocar un cambio. Además, tenemos que seguir trabajando en los sistemas educativos, en la inserción de las personas con discapacidad en la educación, incluida la educación superior.
Esto también conlleva otras cuestiones que hay que abordar, como el transporte. Y también hay responsabilidades por parte de las personas con discapacidad. Tenemos que salir a la calle en busca de oportunidades, mostrarnos al mundo y, en definitiva, aportar al mundo también.
FarmHability es precisamente una muestra de ello. Afortunadamente, hemos recibido ayuda de instituciones y de particulares que creen en la iniciativa, de modo que el proyecto está creciendo.
Puedo decir de verdad que me siento feliz y agradecido por todo lo que la vida me ha dado, a pesar de haber pasado por una época tan tormentosa en la que sentí que todos mis planes y mi futuro habían sido destruidos.
Estamos desarrollando algo que no solo es económicamente sostenible, sino que además tendrá un efecto sin precedentes en la sociedad. En el sector agrícola de Chile somos los pioneros en el trabajo con personas con discapacidad. Es algo muy emocionante y satisfactorio. De verdad, es algo que se siente muy bien.
Es extraordinario mirar para atrás y ver dónde estuve, y ver ahora dónde estamos con nuestro trabajo y lo que nos queda por hacer, …porque este proyecto solo está empezando; es una idea sin límites.