Si una mujer decide adentrarse en un mundo de hombres siempre surgen problemas. Los hombres se preguntan: "¿qué hace aquí, por qué no se dedica a cocinar o coser?".
Eso es especialmente habitual en Tayikistán, un país con tradiciones y normas familiares específicas.
Por eso, cuando puse en marcha Atlas Taxi, Good Taxi, el único servicio de taxis en Dushanbe dirigido por una mujer, la gente me dijo: "Estás loca".
Me licencié en economía, trabajé en el Ministerio de Economía y Desarrollo, luego como jefa de ventas, y posteriormente en un proyecto del Banco Mundial para brindar asistencia a familias con bajos ingresos.
Aunque nunca interrumpí mi trayectoria profesional por casarme y tener hijos, ser directora y propietaria de un negocio hubiera sido antes impensable para mí.
Pero hace siete años, mi matrimonio se disolvió. Me quedé sola con tres hijos a mi cargo. Quería demostrarme a mí misma y a mis hijos que era capaz de lograr lo que me propusiera, aun en un sector dominado por hombres. Tuve que ser madre y padre a la vez. Probablemente eso fue lo que me impulsó a correr riesgo.
Antes había trabajado para dos empresas de taxis, lo que me permitió adquirir experiencia en el sector del transporte. Pero mi problema no fue poner en marcha mi empresa. Mis dificultades comenzaron al formar una plantilla de conductores, pues a los hombres les costaba acatar las instrucciones de una mujer. Al dárselas, protestaban en voz alta, se callaban o simulaban no haber oído nada. Esa situación era difícil para mí. Temí ser incapaz de gestionarla, o de comunicar mis planes de desarrollo a mi equipo.
Sentí mucho estrés. Y temor debido a la competencia, a raíz de la gran cantidad de servicios de taxi que hay aquí en Dushanbe. Me arriesgué a crear una empresa de taxis cuando ya había diez empresas de ese tipo.
Me ayudó mucho el curso "Empresa e idea", destinado a mujeres empresarias, basado en el programa de la Organización Internacional del Trabajo "Inicie y mejore su negocio". Los mentores nos enseñaron a dirigir un negocio. Tras hablar con ellos, me convencí de que no era "sólo una mujer", ni "sólo una directiva". Era también una directora. Ese enfoque permite transformar la mentalidad de las mujeres que supervisan el trabajo de hombres en un mundo de hombres. Ello conlleva ser justa, cumplir lo acordado, y ser honrada con colegas y empleados. Y contribuye a que te escuchen sin que te tachen de "histérica".
Comencé con un equipo de cinco personas. Hoy contamos con 12 personas en la oficina central y más de 300 conductores. Disponemos de una aplicación móvil para clientes y conductores. Hace cinco años no existía nada parecido.
Todo mi personal tiene contrato de empleo oficial y se ajusta a un horario de trabajo que se rige por el código laboral en vigor. Tienen derecho a vacaciones anuales y a baja por enfermedad, o no remunerada.
Los conductores son nuestros asociados. Organizamos concursos mensuales para alentarles a mejorar el servicio. Eso les ayuda a desarrollar una actitud positiva y a entender que forman parte de un equipo.
¿Por qué "Good Taxi" figura en el nombre de la empresa? Desde que era niña siempre he querido ayudar a los niños necesitados, especialmente a aquellos cuya familia no tiene recursos, a fin de proporcionarles ropa, comida o educación. Al poner en marcha Atlas Taxi, Good Taxi, decidí que mi empresa apoyaría siempre a las familias vulnerables.
Mediante nuestra aplicación móvil y nuestras páginas en Facebook e Instagram, invitamos a nuestros clientes a participar en nuestras actividades benéficas.
Proporcionamos alimentos y ayudamos a organizar celebraciones para los niños de familias con bajos ingresos en Nochevieja y en el Día del Niño, el 1 de junio. También hemos ayudado a familias a preparar a sus hijos para que vayan a la escuela, proporcionándoles uniformes, útiles escolares y mochilas.
Una vez al mes, los residentes pueden ponerse en contacto con nuestro centro de atención al cliente y pedirnos que recojamos ropa que quieran donar. Mis chóferes recogen esa ropa gratuitamente y la llevan a nuestra oficina. Hemos elaborado durante dos años una lista exhaustiva de familias con bajos ingresos que acuden aquí a seleccionar ropa para ellas, o para sus hijos.
El año 2020 fue difícil para todos debido a la pandemia de COVID-19. Perdimos el 90% de nuestros pedidos. Nuestros trabajadores tuvieron que solicitar una baja no remunerada. No tengo palabras para expresar lo difícil que fue todo. En un momento dado pensé que todo se vendría abajo y que perdería mi empresa.
Posteriormente pusimos en marcha un servicio de reparto para llevar medicamentos, ropa y alimentos a pacientes. En cierta medida, dicho servicio salvó nuestra situación. También nos asociamos con otras empresas del sector del taxi, y juntos logramos superar la situación.
Hace diez años, no podría haber imaginado mi situación actual: dirigir mi propia empresa, ser una jefa mujer o “raisa”, como se dice aquí en Tayikistán. Pero dije a mí misma: “si no temes a tus propios proyectos, éstos serán realidad”.
Conozco a muchas mujeres jóvenes con enorme potencial, pero en ocasiones, los estereotipos y el temor a lo que digan gente y la sociedad, se interponen en su camino. Cada chica, cada mujer, debería tener confianza en sí misma.